El nacimiento de la poetisa coincide con el nacimiento de la
República del Ecuador; nace en medio de una sociedad hipócrita y falsamente
moralista. Dolores Veintimilla es una de las pocas mujeres que rompiendo los
prejuicios sociales, se incorpora al movimiento cultural de esa época.
Nació en Quito en 1830,su matrimonio fue un fracaso, Galindo estaba acostumbrado a
traicionar con otras mujeres a Dolores; principalmente por este motivo y para
evitar así las habladurías de la gente, Dolores Veintimilla, su marido y su
tierno hijo salen de Quito para radicarse en Guayaquil, sin embargo el marido
no encuentra agradable este ambiente y decide trasladarse a Cuenca, ciudad que
se convertiría en la tumba de la poetisa.
Al poco tiempo de vivir en Cuenca (ciudad extremadamente
conservadora) Sixto Galindo no obtiene la clientela que esperaba tener, ha
obtenido la cátedra de medicina en la Universidad de Cuenca, pero no soporta
iniciar las clases con el rezo de tres Aves Marías y un Padre Nuestro, se cansa
de la ciudad donde los chismes solo se acrecientan más; por estos motivos
Galindo decide abandonar a su esposa con su hijo para el radicarse en Panamá.
Dolores Veintimilla en Cuenca despliega una gran actividad
cultural, su casa se convierte en uno de los mayores cenáculos literarios de la
época por donde pasaron algunos de los más ilustres poetas de la época como el
chileno Alberto Blest Gana.
El pueblo cuencano, dejándose llevar por el fanatismo
religioso y por la lengua de Fray Solano, empezó a criticar a la joven mujer,
hojas sueltas tales como: "A un curioso ratoncito", "En defensa
de Madame Zoila", etc. Escritas en contra de ella por los frailes Solano,
y Marchán; todo esto, junto a las penurias económicas, el abandono de su marido
y las críticas sociales fueron hundiéndola en una melancolía profunda. La mujer
hace un intento por salvar su honor escribiendo otra hoja suelta a la que
titula "Al público", la misma que nunca salió a la luz porque
"los dueños de la verdad" no le permitieron su defensa.
Bajo estas circunstancias, cansada de sobrevivir se arrancó
la vida de su propia mano, como lo indicó en sus poemas: "Y si a olvidar
no alcanzas al ingrato/ te arrancare del pecho corazón". Así desaparecía
tempranamente, con apenas veintisiete años de vida, una de las más tiernas
voces del Romanticismo Hispano.
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